La democracia liberal-laicista: el nuevo totalitarismo “neutral.”

Una de las tragedias de nuestra época es la pérdida del sentido de las palabras y con ello,  la realidad de las cosas se hace esquiva, equivoca, escurridiza. Mírese si no lo que ocurre con  conceptos tan usados, y tan equívocos, como los de  democracia y de libertad. Su significación es tan variada en la mente de los ciudadanos que, al final,  pueden ser usadas para justificar formas de vida  política distinta. Y las consecuencias  no son precisamente lindas para el cuerpo político: teniendo en cuenta no solo la falta de claridad en el significado de los términos a la democracia, se afirma, no le deben interesar mayormente los contenidos de la misma, sino la mera forma

 

Eso es lo que se ha venido en llamar, la democracia  de procedimientos, o de manera sintética, la democracia procedimental. El nombre, como lo dice, hace referencia a la exclusividad de procedimientos que esta democracia, de alcances casi  universales, pretende. Por eso, ya no es exacto hablar de la democracia liberal sin mas, como si existiera una sola, solida, permanente, sino dos, en términos generales: una que esta declinando  y la otra, la procedimental, que esta emergiendo, hegemónica, fuerte, dominante, invasora. Pero ¿por qué este giro?, ¿que es lo que esta pasando?  Lo que pasa es que los grandes valores que alguna vez tenían aceptación general ya no lo son más. Lo que es bueno o malo moralmente es cuestión de opinión y, por lo demás, tan subjetivo como alabar el sabor del helado preferido. Tal vez esta respuesta rápida y expeditiva  ayude pero de seguro no hace honor a la complejidad de la situación. 

 

El punto es el siguiente: como la fragmentación social es de tal magnitud que impide convenir en valores sustantivos de convivencia, entonces se cuida de que el procedimiento democrático de participación a todos en igualdad de condiciones pero también afirmando la neutralidad del sistema mismo. A ningún sistema ético de valores se le puede conferir superioridad o mayor veracidad que a otros. Todo es igual, todo es relativo, pues nada existe en la realidad que indique que una forma de vida es mejor que la siguiente. Lo que existen son percepciones de cosas y valores pero las mismas poseen el mismo peso a la hora de pretender en una sociedad. Ese es el concepto, precisamente, de nihilismo que las democracias liberales europeas  han adoptado, seguidas en forma acelerada  por la democracia americana. 

 

Democracia no es sinónimo de ningún valor en si sino de una serie de procedimientos legales en donde todo lo que se quiere o la voluntad como tal es la generadora de derechos.  Si cabe algún contenido de valor, éste, debería ser arrinconado a la intimidad del ciudadano. Así, a la democracia no le deben interesar mayormente. los contenidos de la misma, sino la forma. Téngase en cuenta que aquí, el deseo no es simplemente una cuestión de formas sino lograr la completa neutralidad del Estado para darle, con el tiempo, un contenido propio: la de una visión estrictamente naturalista de las cosas y donde toda institución (e individuos) serán o bien “consensuados” o bien, “construidos” y determinados por  la clase inteligente e iluminada Esto es lo que yo llamo laicismo secularista, una postura clara sobre el ciudadano y sus destino, donde todo es “construible” desde la experiencia “social.”  Un laicismo que, más temprano que tarde, propugna por la exclusión y separación hostil de la dimensión religiosa de las instituciones políticas. 

Así, este modelo procedimental no busca promover ningún bien en particular porque asume que este no existe ni menos puede ser conocido, y menos sembrar la virtud o la educación del carácter de la persona, sino que sólo permite que a cada ciudadano se le reconozca sus deseos – o caprichos – a sin importar la naturaleza de los mismos. Pero si esto es así, la pregunta que todo ciudadano responsable debe hacerse es: si todo es mero procedimiento ¿cómo se defenderían los principios mismos de esa democracia que también, conforme a la misma, serian una realidad meramente de forma? ¿Acaso no era ese el argumento esgrimido también por el régimen de Stroessner y sus acólitos?