Democracia republicana en crisis: La libertad traicionada por la identidad
Existe una idea que fue percibida por Alexis de Tocqueville, quien en su Democracia en América (1835), observaba que la sociedad estadounidense sostenía su libertad sobre una convicción moral: La libertad no puede sostenerse sin moralidad, ni la moralidad sin fe. Tocqueville afirmaba que la religión, lejos de ser un obstáculo para la democracia, era su fundamento más firme. Esta comprensión se materializó en la ingeniosa construcción constitucional americana, que fundó un pacto político, no sobre una identidad religiosa, sino sobre la unidad de la libertad de conciencia y el derecho a profesar una religión sin uniformidades. Así nació una nación de pluralidades, sostenida en la diversidad de creencias mediante garantías –libertad de religión, de expresión y de asociación– que hicieron posible la convivencia sin imposición estatal. La Primera Enmienda subraya este núcleo liberal: La protección de la conciencia y de la libertad religiosa. La excepcionalidad estadounidense.










