POPULISMO POSMODERNO?

La postura idiota -parafraseando a Ortega y Gasset, que era más duro y llamaba postura imbécil- de lo que pasa en los Estados Unidos -y yo agregaría, en nuestro tiempo-, es clasificar a las personas por su opción política como de “izquierda” o de “derecha”, conforme a su defensa o no, de ciertos temas de políticas públicas. Así, ser de izquierda sería favorecer la lucha obrera, el rol protagónico del Estado, la globalización y apertura a los mercados y mundialización, el rechazo al Estado-nación cerrado a sus fronteras, integración, los derechos de las minorías étnicas y sexuales o la estatización de la salud y la educación públicas. Por el contrario, para ser de derecha, uno debería estar a favor de la intromisión mínima del Estado, el juego de la oferta y demanda, la competencia en cuestiones educativas para lograr la calidad, y la afirmación del Estado-nación conforme a siglos de tradición.

Pero, ¿es esta la realidad, como se nos presenta hoy? Difícilmente. Yo diría más. En estos momentos del siglo XXI, se muestran cada vez más, la insuficiencia teórica y práctica de la modernidad ilustrada, que generó esto de “derechas” e “izquierdas” desde el siglo XIX y hoy, por problemas urgentes, se mezclan con la reacción postmoderna, que no sólo es alérgica a clasificaciones racionales sino que es, además, pragmática, emocional, desea resultados inmediatos. Es el afecto y el grito, no la racionalidad o el cálculo lo que valen. De lo contrario, caemos en formas de hemiplejía moral, de imbecilidad de no querer saber lo que pasa, pues “la persistencia de estos calificativos contribuye a falsificar más aún la realidad del presente, como lo demuestra el hecho de que hoy las derechas prometen revoluciones y las izquierdas proponen tiranías”- profetizaba el filosofo español en 1937.

Por eso, me temo, la calificación de Trump de ser “extrema derecha”, nativista, reaccionario,  aislacionista, etc., no sólo son inexactas en la descripción del fenómeno de su candidatura, y también, completamente ineficaz para persuadir a votantes de abandonarlo. El resultado de este martes, en las primarias de West Virginia, mostraba la realidad lacerante de este fenómeno: los mineros de este Estado tradicionalmente inclinados al lado demócrata-liberal se volcaron de manera abrumadora a la candidatura de Trump y, también a la de Bernie Sanders. Trump, arrasó en este Estado con más de 60%, así como en el de Nebraska, acercándose al número sonado de 1.237 de delegados. No había otros competidores, pero tampoco, votos de protesta. El senador Sanders, asimismo, ganó cómodamente, derrotando estrepitosamente a la senadora Clinton, aunque le sería dificil sumar el número para ser el nominado.

Así, dicho de manera concreta, los votantes de Trump sienten lo (s) mismo (los) que los de Sanders… Veamos dos temas brevemente, empezando por el tema de los “trabajadores”. Viendo y oyendo las reacciones de los desplazados de la globalización y la mundialización de los mercados del medioeste americano como mineros, obreros de grandes manufacturas -desplazados por “políticas  de derecha” (pero sostenidas también por partidos autoproclamados de izquierda), bajo  las rúbricas de libre comercio, competencia, integración, etc- dar “razones” del por qué votaron a Trump o Sanders y no a las del bien estructuradas y pensadas propuestas hacia  el “progreso” de la senadora  Clinton, es hasta curioso. El sistema, dicen, no  “oye”, nos “usan”, creen que somos “cosas”, estableciendo una relación con el líder sin mediaciones institucionales o partidarias. Y este relacionamiento se da por igual, con Trump y Sanders, concretándose en “movimiento”, rechazando el “partido” que adquiere así una connotación parcialista y no pueden por ello representar sus intereses como pueblo.

La exportación de la democracia es otro tema que los une. Trump no solo criticó duramente a la administración Busch por su imperialismo e intervencionismo, la guerra en Irak por ejemplo, sino tambien a la Señora Clinton por sus políticas desestabilizadoras en el medio oriente como secretaria de Estado y su voto favorable en la invasión de Irak. ¿Aislacionismo, retirada, o, desentenderse del mundo? cualquiera sea la calificacion ideológica “moderna” que se le quiera asignar, Trump, y Sanders proponen en gran medida un rol mas humilde de los Estados Unidos en decirle al mundo lo que deban hacer. Trump incluso ha ido más lejos; ha reafirmado el rol del Estado-nación como fuente de soberanía, desalentando las alianzas e integraciones que generan conflictos étnicos y crisis económicas seguidas.

¿Que resultará de todo esto ? Es acaso Trump, o Sanders, los agentes para este cambio. Yo no lo creo, pero mi opinion no es relevante a la realidad de lo que pasa. Es que, es dificil  vaticinar y menos en politica. Pero lo idiota sería no darse cuenta de que, esta actitud anti-institucional, es un signo de que el tema no es ideológico. Y ese algo que pasa, creo yo, apunta a la insuficiencia de la  modernidad ilustrada que ha esteotipado y encasillado toda la realidad en ideologias, como una manera de olvidarse y esconder la realidad misma. En fin, esta reacción populista postmoderna, afectiva y salvaje, pragmática y visceral, no es sino el rechazo de un mundo profundamente desorientado que cree que todo es ciencia y cálculo, aunque los resultados no sean sin incertidumbre y ausencia de esperanzas.

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