La Iglesia colorada: De herejes a apóstatas
La célebre teoría del Pato Donald, atribuida a Luis María Argaña —según la cual cualquier candidato colorado ganaría una elección, aun si fuera un inútil—, parece haberse puesto una vez más a prueba. El partido perdió por más de 40% de los votos. Pero las ironías de la historia no cesan; aquella que en otro tiempo fue símbolo de la expansión colorada —Ciudad del Este, fundada bajo el influjo del ministro del Interior, Édgar L. Insfrán en los años sesenta, símbolo por excelencia del stronismo— se ha convertido hoy en el epicentro del incendio político que amenaza con extenderse por todo el país. Elocuente fue la declaración de la senadora Blanca Ovelar: “La gente se está despertando y hay que mejorar la gobernanza”. Sin proponérselo, puso el dedo en la llaga: ¿Acaso el Partido Colorado solo triunfa cuando el pueblo duerme?










