Se nos adelanto el querido amigo del alma Eduardo Gimenez Rabito, el querido Lalo. O Gimenez Rabein como yo le solia llamar exaltando como le espetaba jocosamente su rancio abolengo republicano. Mi querido hermano Lalo era un hombre inmensamente culto, como pocos en ese paramo de ideas que es nuestro tiempo. Rotundo y categorico en sus ideas, podria refutarte hasta el mas refinado argumento filosofico, y lanzar como epilogo una carcajada-enojada. Las largas divagaciones que tuvimos, hablando con su voz ronca, a gritos a veces – pues ese era Lalo; sobre el ente y la esencia, de Ortega, Aristoteles, Platon, Natalicio, y los filosofos pynandi, era una fiesta del espiritu; todo ello, por supuesto, saltando de un tema al otro, lo que hacia de la logica de Aristoteles un absurdo total. Colorado de alma y ferreo anti-estronista, era un serio conocedor de la historia del Partido y de la Patria, y me consta que era muy dificil entontrar un contertulio mas ilustrado y festivo para discutir ideas que conformaron el ethos nacional. Amante de la musica clasica, te podia tararear el tercer movimiento de la Heroica de Bethoven y decirte que en el scherzo el director del ultimo concierto que habia asistido, no estuvo muy feliz. Y guay!! que uno confundiera y creyera que el scherzo era el primer movimiento. Ahi, Lalo te descargaba toda su artilleria retorica!! Uds los filosofos, me retruco mas de una vez – te carajeaba con tono festivo – nada saben de musica solo hablan de chacharas, remataba, sabiendo que habia anotado un punto. Todo ello, por supuesto, con la algarabia de los queridos contertulios, Julio Gonzalez, Celso Rolon, Negro Gonzalez, Uta Rojas Via, y otros que la emocion del momento me hacen nublar la memoria. Eso si, algo que nos unia hasta la enfermedad, como decia, era Olimpia. Lalo, era – al decir de otro hermano riojarense que tambien se fue temprano, Chiquitin Jara, Olimpista, no paraguayo, tenia carnet de Olimpia, no la cedula paraguaya.
Desde aquellos lejanos tiempos desde antes de la Facultad de Derecho de la UCA en donde el tranvia 5 era la via desde las Mercedes hasta la Catedral, la amistad, a pesar de mi exodo a los EEUU a principios de los noventa – siempre estuvo firme. Apenas llegaba cada ano, nos reuniamos como si no nos hubieramos separado. Una vez me vine sin llamarle, y la furia de Lalo fue historica. Pero cada vez lo encontraba mas leido, mas culto, mas erudito, y por supuesto – le decia para provocarle – mas cascarrabias. Se habia convertido de escribidor en autor serio le dije – en esa inveterada ironia que el festejaba. Hoy, cuando el querido hermano Julio Gonzalez, a quien agradezco infinitamente todo este tiempo de haberme puesto al tanto, diariamente, de la enfermedad de Lalo, me dijo que nuestro amigo se fue, senti un dolor inmenso, una historia hermosa senti que estaba terminando. Solo puedo testimoniar a sus hijos y Meme, mi inmenso dolor y que han sido bendecidos al tener a su lado a Lalo. Era un buen tipo. Pero Dios tiene sus tiempos misteriosos. Solo pido al Senor – como diria S Agustin – misericordia al recibirlo, pero de que estoy seguramente, ya estara – en estos momentos – discutiendo con Chiquitin Jara de Alvarez y Toledo (segun el le llamaba), Tete Arce y Chico Baum (mi punta derecha, mi punta izquierda y centrodelantero decia Lalo) en ese reencuentro de amigos riojarenses en la eternidad.