Capitalismo para todos: El legado de Michael Novak

Novak 1Para cierta cultura actual, cada vez más extendida, el término capitalismo es feo. Connota, más que denota, una postura ideológica -y también económica- antidemocrática, inmisericorde, fundamentalista, individualista, y egoísta que representa la suma de todos los males que afligen a la sociedad. Así, se sostiene, los problemas que nos aquejan, desde las migraciones y refugiados, el terrorismo islámico y las crisis ecológicas y el calentamiento global, tienen una única y exclusiva raíz: el maldito capitalismo. Es un tema tabú y apenas uno se identifica con el mismo, es acusado de los peores pecados. Es que tanta es la ofuscación ideológica que hasta se acusa -me decía, ironizando y profetizando, Michael Novak hace unos  unos años- de que el mal olor bucal también  se debe al capitalismo.

El filósofo y escritor Michael Novak falleció este pasado 16 de febrero en Washington. Tenía 83 años. Con su muerte  termina toda una época de reflexión ética que renovó un modo de pensar la  economía y aún más, desafió el pensamiento rígidamente estatista y estructuralista de aspectos de la doctrina social de la Iglesia. Novak, desde sus inicios rebeldes en los años sesenta, representó la iniciación de un proceso vital que lo llevó desde el rechazo del “establishment” conservador hasta su, como él lo expresara, “reconversión”: el de volver a mirar a la realidad de las cosas, la economía y la política, desde el ámbito de la libertad y no de modelos  pretendidamente infalibles. Es así como, de colaborador con las administraciones de Jimmy Carter y Gerald Ford, se convierte, años más tarde en embajador del Presidente Reagan y encabeza la delegación en la comisión de los Derechos Humanos en Ginebra en 1982.

Michael escribió varias obras, pero su libro El Capitalismo Democrático, traducido a prácticamente todas la lenguas modernas, hizo época. Cambió un modo de pensar, y sentó las bases para una consideración ética del capitalismo desde la libertad. Tres puntos serían importantes señalar sobre este término, capitalismo, que es una anatema para muchos, cristianos y no cristianos. Lo primero es la noción de capitalismo. Novak analiza esto y afirma que capitalismo viene de caput, cabeza y por lo mismo, da primacía a la mente, la iniciativa personal y que nada tiene que ver con consumismo o materialismo. El intelecto es inmaterial. Por eso el capitalismo se inicia en el campo moral, donde se elige conforme a la atracción del bien privado que, al ser el mismo en todos, se transforma en  bien común.

En segundo lugar, Novak sostiene que fue  la nobleza -llámese feudalismo o lo que hoy es el estatismo – los que han generado desigualdad, estratificación y pobreza. La cultura de los “amigos” del Estado y del poder y no de la creatividad personal ha obstaculizado el desarrollo.  Pues ha sido la iniciativa personal de ciudadanos la que creó riqueza, llámense clases burguesas o de trabajadores, que desde un inicio, en la Ginebra “Calvinista” o en la Lyon “Judía” del Renacimiento así como en las ciudades “católicas” de Venecia, Génova en los albores del siglo doce, fueron pioneras en temas como el sentido del crédito, el “maldito” lucro y el capitalismo.  Para Michael, la famosa tesis de Max Weber de la Ética Calvinista del Capitalismo era insuficiente, corta, no se atenía a los hechos. El capitalismo, la iniciativa personal de creatividad, se nutrió también, y más aún, en el ethos cristiano.

Por eso, Novak siempre recordaba, que el problema de América Latina no era el capitalismo sino la falta del mismo, la carencia de un espíritu de empresa, de inventiva, de creatividad que produzca lo necesario para todos, especialmente los pobres que son los más perjudicados por un sistema feudal, y falsamente llamado capitalista, de la economía. A los pobres se les ha escamoteado el derecho a la iniciativa privada, haciéndoles seres dependientes con soluciones estatales patrimonialistas. No obstante, Novak se sentía orgulloso que, en aquellos años de los noventa, el entonces candidato socialista chileno  Ricardo Lagos alabara su texto del capitalismo democrático.

Finalmente , un tercer aspecto: el que la economía capitalista o de libre empresa no es suficiente. A mi siempre me pareció este punto el centro de su visión. Novak nunca afirmó que el sistema económico-capitalista es suficiente para el desarrollo, No ha propuesto una suerte de “utilitarismo” o “economicismo” como algunos críticos han dicho, sino, precisamente, todo lo contrario. El capitalismo de la libertad de iniciativa, para todos, necesita, además, nutrirse de una comunidad político-democrática, y ser chequeada por un sólido sistema jurídico así como como de la guia de instituciones que implementen una guía ética-cultural. La libertad no es caótica, sino ordenada. Su capitalismo es democrático, el “paraíso” de los micro-empresarios, que compiten gracias a una cultura de la confianza, trabajo, y una ética de negocios sólida en donde todos puedan prosperar; no solo las grandes empresas siempre favorecidas por el poder político interesado en tener clientes y no ciudadanos-empresarios. Siempre se autodenominó liberal, y no conservador.

Hacia el año 1991, cuando la famosa encíclica Centesimus Annus de Juan Pablo II apareció, la propuesta de Novak parecía lograr el imprimatur papal. El Papa Wojtyla, en su juicio del mundo luego del colapso de los sistemas totalitarios, abre las puertas para lo que se va da en llamar una cultura de la libertad. La cultura de un sistema político, la de una economía de mercado, dentro de una cultura de la libertad alimentada por el humanismo cristiano. Más de uno ha sugerido la “mano” de Michael en la redacción de dicho documento. Tal vez. Lo importante es, que el Papa Wojtyla  recordaba  algo propio de la Enseñanza Social: el valor de la iniciativa de la persona por sobre el Estado, y sobre todo, la centralidad de una visión que, Wojtyla la llamaría, la de una antropología personalista.

Michael visitó el Paraguay en la segunda mitad de los noventa, hacia 1997, invitado por la ADEC, para dar unas charlas sobre el desarrollo económico, ética y economía. Tuve el privilegio de acompañarlo esos días. Era la época álgida y de optimismo hacia la renovación de las democracias que comenzaran a apuntar al mercado y a la iniciativa privada como forma de empoderamiento de los ciudadanos. América Latina y el  Paraguay comenzaban a intentar ciertas reformas contrarias al patrimonialismo populista y la voz de Novak era vital, voz que molestó a los corifeos del paternalismo de siempre. Era  la tarea de los amigos de la libertad y el sentido cristiano humanista de la cultura, la de formarse, y educarse en el patrimonio del humanismo cristiano, nos dijo aquella vez.

Los últimos años, lo había visitado en Washington y también nos encontrábamos, anualmente en la conferencia anual de filosofía de la Sociedad Maritain, nuestro común “padre filosófico” y siempre su pregunta era la misma: que dicen nuestros amigos empresarios en Paraguay? Michael Novak ha muerto y con él, termina una época lúcida, de crítica seria a la hegemonía de la teología de la liberación y del populismo patrimonialista dentro del pensamiento cristiano. Un testigo se nos fue. Hoy, cuando, al parecer, a los seres humanos les molesta la libertad y la liquidan, en vía postmoderna, a ella misma en nombre de la  “libertad,” su palabra no va a estar ahí para darnos un juicio, una valoración. Pero es mejor. Hoy ya se encuentra con el Padre, aquel Dios “desconocido” a quien nadie vio jamás, como titula uno de sus últimos libros, ese Misterio insondable que, en su densidad ontológica, se escapa a nuestros conceptos racionales pues es Amor.