El Recuerdo de un testigo y maestro: Secundino Nuñez

Secundino Nuñez fue un signo y un ejemplo no muy común en la historia paraguaya y latinoamericana. Yo creo que la significación para la cultura e historia paraguayas, se puede sintetizar en la categoría de  sig no  y testimonio de una conciencia fiel a la realidad. Nuñez fue, por largos años, el referente obligado de juicio reposado y certero sobre la realidad de las cosas, políticas y morales de nuestro tiempo. Para Núñez, como para la tradición de la que él era un eco fiel, la filoaoia y la fe no eran sino el mismo  acto de la persona como tal, nsentimiento o razon, amor y afectividad y por lo tanto, una forma  razonable de concoer que debía conllevar consecuencias políticas y sociales. Un filosofo no se encarnaba no era, en la coreografia intelectual de Secundino,  una postura madura  con un :cuerpo social”  ran ajena a nuestra acedia actual tan inclinada al  “sentirse bien” de nuestro individualismo burgués. La “salvación” del ser humana venia a traves de un rewcate de la razon  que pasaba por una liberación de los ciudadanos de la opresión política y económica.Y han pasado cinco  años de su partida, pero su presencia permanence en la experiencia vital de mi vida, más allá de la memoria de los años o la nostalgia de la distancia,  con gozo y entusiasmo filosófico, su memoria viva:  la memoria que como savia  nos comunica con aquellos que disfrutan de la vida perdurabl. Para los que lo quisieran conocer mas sobre el maestro,  ver en Los que se Fueron

Aca se pueden leer algunos extractos de su pluma exquisita…

“Puede sernos útil, sin embargo, volver por un momento a la extendida y lastimosa crisis cultural de la hora presente. Pues ha traído, y seguirá trayendo, penalidades muy amargas a la historia que vivimos en este mundo. Y hablamos de una crisis universal que golpea aquí y allá en todas partes. Crisis profunda y vasta, de principios y valores sustanciales. Parece que con ahínco diabólico se procura el olvido de Dios y la ruina del hombre. En el fondo de toda esta tragedia humana, que significa la crisis cultural de nuestro tiempo, parece que debemos señalar el hecho radical y trascendente como la raíz y razón suprema que nos explica todo. Diremos sin titubeos que es el eclipse de la verdad cognoscitiva.”

” El ser humano, como ser racional que es, está por naturaleza intima, abierto y en tensión continua hacia la verdad de las cosas. La verdad es su aliento y su fuerza de cada día. Sin el pan de la verdad, el hombre quedo como paralizado y ciego, porque no sabe dónde está lo bueno que ha de abrazar con sus amores y no sabe dónde está lo malo que ha de evitar, como su propia ruina. La verdad cognoscitiva es la puerta primera por donde el hombre sale para estrechar parentesco con las cosas que le rodean y con todos los hombres que le saludan y sonríen. Todos nuestros amores salen a la calle detrás de la verdad cognoscitiva, con cuya lumbre se descubre el valor real de cada cosa.”

“Puede sernos útil, sin embargo, volver por un momento a la extendida y lastimosa crisis cultural de la hora presente. Pues ha traído, y seguirá trayendo, penalidades muy amargas a la historia que vivimos en este mundo. Y hablamos de una crisis universal que golpea aquí y allá en todas partes. Crisis profunda y vasta, de principios y valores sustanciales. Parece que con ahínco diabólico se procura el olvido de Dios y la ruina del hombre. En el fondo de toda esta tragedia humana, que significa la crisis cultural de nuestro tiempo, parece que debemos señalar el hecho radical y trascendente como la raíz y razón suprema que nos explica todo. Diremos sin titubeos que es el eclipse de la verdad cognoscitiva.”

” El ser humano, como ser racional que es, está por naturaleza intima, abierto y en tensión continua hacia la verdad de las cosas. La verdad es su aliento y su fuerza de cada día. Sin el pan de la verdad, el hombre quedo como paralizado y ciego, porque no sabe dónde está lo bueno que ha de abrazar con sus amores y no sabe dónde está lo malo que ha de evitar, como su propia ruina. La verdad cognoscitiva es la puerta primera por donde el hombre sale para estrechar parentesco con las cosas que le rodean y con todos los hombres que le saludan y sonríen. Todos nuestros amores salen a la calle detrás de la verdad cognoscitiva, con cuya lumbre se descubre el valor real de cada cosa. (De su Libro La Cultura Humana. Ordo Amoris, pp. 56, 57)