El sujeto de la justicia social.

Crecimiento economico es uno de los indicadores de desarrollo en una sociedad.  Es un movimiento de realidades materiales que va de menos a mas. Implica creacion de riqueza, bienes y productos, que son generados – por la capacidad, invencion,  comercio, produccion – por  el trabajo de muchos.  Y eso es valioso para el bienestar general de un pueblo aunque, de momento, ese pueblo no disfrute como tal de los beneficios de ese crecimiento. ¿Por que es esto?  Este es un punto importante para reflexionar al ponderar el desarrollo como tal de un pais, no solo del Paraguay en este caso – de excelente crecimiento economico en año pasado – sino de cualquier sociedad por “desarrollada” que esta se considere.

Dos distinciones se deben hacer al mirar la aparente injusticia o inequidad de esa realidad. La primera, que es vital, es darse cuenta que todo crecimiento economico es apenas una condicion necesaria pero aun no suficiente de desarrollo real. Pero, adviertase, es necesario, y aun más , por lo que dijimos, vital, Si no se tienen bienes y riqueza, no se puede hacer nada significativo. No habria cosas para disfrutar ni menos para adquirir o repartir. El aspecto material de la existencia humana, las necesidades basicas de alimento, vestido etc. no seria posible de obtener. Pero, obviamente, y no tan obvio para muchos,  eso no es todo. No es suficiente.

Esto nos lleva a la segunda distinción, la de que – el crecimiento económico necesario  – no implica ni supone aun el bien común. Por eso, ese sentimiento de inquietud, de insatisfacción, incluso de criticar este crecimiento como injusto pues no es para todos. Bien comun no es sinonimo de crecimiento económico aunque el reverse es verdadero; el logro del bien común – cuando es posible – supone crecimiento económico. Bien común indica a las condiciones creadas en una sociedad, por la autoridad del Estado generalmente o bien la de sujetos sociales en otros casos, para que todos y cada uno de los individuos crezcan  economica, social, politica, culturalmente; en una palabra, que su crecimiento sea íntegro, integral.

Asi una sociedad desarrollada supone la libertad de iniciativa, la de inventiva, y tambien, la educacion y solidaridad entre los ciudadanos para que ellos, sin cortapisas ni limites irrazonables puedan crear la actividad que deseen y la misma sea no solo rentable economicamente sino conforme a sus deseos vocacionales. Una sociedad, en suma, en donde el individuo o la persona pueda realizar todo su potencial puesto al beneficio de todos. Pero aqui, justamente, en ese “puesto al beneficio de todos” yace un problema de esa “distribución” de talentos y de bienes materiales o de valores creados por el ciudadano.

¿Quien es o serian los sujetos o el sujeto mejor preparados para morigerar ese crecimiento desigual y canalizarlo hacia todos?  La respuesta inmediata y hasta obligada – y facil – es el Estado. Esta es la institucion , pareceria, mas apropiada por sus recursos de distribuir los bienes de unos – favorecidos – hacia otros – desfavorecidos. Esta respuesta es parcia y lo es, pues el Estado – por su propia naturaleza – tiende a expanidrse y absorver en su seno a una clientela que seguirar meras reglas o intereses  o mero poder que limita la libertad de otros y rara vez “actua” movido por la solidadaridad o la gratuidad. Como el crecimiento economico, el rol del Estado es necesario pero no suficiente. Una sociedad requiere de un sujeto o sujetos sociales, mas aun si esa sociedad es republicana.

Ese sujeto que, en obras y movimiento de obras, puede y debe crear una serie de iniciativas para morigerar el crecimiento y canalizarlo hacia “todos” es lo que – en la mas rica tradicion del pensamiento social cristiano – se llaman movimientos laicales. Sabemos que la doctrina social de la Iglesia tiene excelentes principios pero ellos no indican el sujeto que deba cambiar el mundo. Si el desarrollo se torna cruel e indiferente – mero consumismo y solo para algunos – lo es pues “prescinde” de Cristo – y entonces la manera más concreta para evitar eso tomar la iniciativa desde esos sujetos  y no esperar del Estado. Y en ese  “interior” es donde la accion del cristiano debe “moverse” como mienbro de la comunidad politica. Lo inequitativo e injusto del crecimiento debe  aliviarse con el compromiso de obras que muestren la experiencia propia de solidaridad y justicia. Ese es un desafio para el año que se inicia.

 

Mario Ramos-Reyes